sábado, 28 de mayo de 2011

HOY ME LLEGÓ ....DE MI PECULIAR Y QUERIDO CHAMÁN...

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Saeta dedicada a las personas que están en la Pta. del Sol, en la Pl. Catalunya y en todas las concentraciones del país protestando con valentía por la dignidad de las personas y esforzándose por una vida despierta y comprometida.


Un maestro de gran sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre y decidió hacer una breve visita al lugar.
Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, de conocer personas nuevas y sobre las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias. 
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio. Los habitantes, una pareja y tres hijos, vivían en una casa de madera, vestían ropas sucias y rasgadas, sin calzado.
Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó:
-- En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni lugares de comercio tampoco ¿Cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?
El hombre le dijo:
--Amigo mío... tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso y manteca para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.
El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino le dijo al discípulo:
--Regrese, busque la vaquita, llévela al precipicio de allí en frente y empújela al barranco.
El joven miró al maestro con espanto y le cuestionó el hecho. Sobre todo, porque la vaquita era el único medio de subsistencia de esa familia. Más como percibió el silencio absoluto del maestro, cumplió temeroso la orden y empujó al animal por el precipicio, viendo como moría. Aquella escena quedó grabada en la memoria del joven durante muchos años.
Un día, el joven resolvió dejar a su maestro y regresar a aquel lugar para contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, una casa enorme y algunos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió triste y desesperado, imaginando que aquella humilde familia tuvo que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por el dueño. El joven preguntó por la familia que vivía allí hacía unos cuatro años y el señor respondió que seguían viviendo ahí.
Consternado, el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó algunos años atrás con el maestro.
Elogió el lugar y le preguntó al señor:
--¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar la vida?
El señor entusiasmado le respondió:
--Nosotros teníamos una vaquita, pero un día se cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así, alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora...

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